lunes, 22 de diciembre de 2008

Pau

A los niños habría que darles algunas razones para que dejasen de crecer, seguramente lo harían con ganas. Aunque esto es imposible. Los adultos nos hemos inventado para la ocasión el síndrome de Peter Pan. Gran invento y grave problema para los que lo padecen, aunque alguno lo lleva con gusto. Hablando con un amigo me di cuenta que él se había quedado en los 15 años, edad en la que todos tenemos ganas de superar, para él, por su lado, parecía haber sido el período más feliz de su vida.
A mi me lleno de consternación ver que su cerebro se había quedado estancado en esa triste, y llena de hormonas en expansión, que es esa edad para cualquier persona. Había tenido dos hijos, de los cuales no se preocupaba y con los que coincidía en la cafetería del instituto, no para verlos sino por que allí se encontraba a gusto. Ellos no le saludaban, ni se acercaban a él, y según Pau, que así se llama el elemento en cuestión, al menor de 13 años no lo reconocería si no fuera por que entraba con su hermano.
Yo le pregunte si era feliz, Pau me dijo que llevaba 31 años siendo feliz, vivía con sus padres, y no acostumbraba a ir a pubs ni discotecas por que no le gustaba el juego de la gente que iba allí. Todo un héroe. Después pensé que a lo mejor los gustos de Pau se acercaban más a la pederastia que al síndrome de Peter Pan y me estremecí.
Al día siguiente me encontré con su ex-mujer, le dije mi preocupación y ella se hecho a reír, que no me preocupara, dijo, a Pau le gustan las mujeres maduras como a la mayoría de adolescentes y cada noche de sexo era como si fuera la primera vez con él. Eso era lo que más le había gustado de Pau, pero en mucha cantidad llego a ser odioso.
Hoy envidio a Pau, por vivir con la intensidad de los 15 años la totalidad de su vida adulta y por otro lado, siento verdadera pena por haberse perdido las ventajas de la vida adulta.

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