martes, 31 de marzo de 2009

Papa

Me desperezo por la mañana, un alud de sueño me recorre todavía el cuerpo, insinuaciones adheridas a mi espalda, quiero irme, sigo pegado a las sabanas como si un gigante me sostuviera cogido de la cintura, abro la boca, tiro del cuerpo, otro día como ayer. En la pared hay colgado algo, no adivino que y sigo mi devenir en el mundo medio, penumbra, tengo que decirle que de hoy no pasa, para qué, marcharme de una vez, sentir el aleteo de las palomas en el alfeizar de la ventana y de hoy no pasa. Todavía tengo sueño, y el duermevela se prolonga, qué hay colgado en la pared, no me interesa, no lo veo, apenas lo aprecio, quizás me imagino lo que hay, quizás no. Me enredo en el sueño y alguien estira de la cucaña para arriba, doy un palo de ciego, dos, me giro, tres, me quedo quieto, huelo la trampa, cuatro. De hoy no pasa, tengo que decírselo, su piel esta enferma, sus manos huelen a ajos, es mi sueño, no quiero que entres, pero esta allí entre los garabatos de mi libreta, rancio y omnipresente, me toca, como un garabato más. –No se lo digas a nadie. A quién se lo puedo decir, quién me creería, la tarde olía a primavera, y de pronto entró y todo cambio, me desperezo esta mañana pero no logro quitar estas motas de sueño que me atrapan, átomos gigantes de no se que pesado metal. Es una foto, pequeña, de carné, sucia, atrapada con una chincheta en el yeso, atrapada con una chincheta en el yeso, atrapada... vuelvo a cerrar los ojos fuerte, y lo veo como en la foto, con la americana gris y la corbata de rajas finas rojas y verde botella, como si fuera un honrado padre de familia, como si no hubiese nunca puesto su mano en , de hoy no pasa, cinco, me desvío y golpeo algo con fuerza, no cruje, no es la cucaña, un ay, no me importa, preparo el siguiente golpe, seis, y nada. –No se lo digas a nadie. Y yo callo. Me iré, donde las palomas, al alfeizar de la ventana, y esperare. O puede que deje una nota escrita, lo prefiero, decirle lo que pienso y huir de su ira. Dios, cómo atrapa el sueño.