domingo, 28 de diciembre de 2008

El entierro

Yo la mire, ella me devolvió la mirada, y sonreímos.

viernes, 26 de diciembre de 2008

Jorge

Jorge es, a fin de cuentas, un iluso. Cree que el mundo le sonrie de una de esas maneras en la que tu eres el protagonista de tu historia. Y para Jorge, nada hay más distanciado de esta concepción. Ayer miraba de forma candida como caia la lluvia, el dia anterior miraba candidamente como hacia sol y estoy seguro que su mirada candida no cambiará ante ningún fenómeno atmosferico. Para Jorge todos los días encierran la novedad de algo que nunca pasa y que siempre se repite. Estoy seguro de que pasará algo asombroso, me dijo. ¿Pero cuando pasará?, le pregunte yo. Dentro de un momento, espera y veras, dijo él. Y los dos esperamos.
No se cuanto tiempo aguanto él, yo deje de mirar la lluvia a los diez minutos y al cuarto de hora habia abandonado por completo la espera. Jorge siguió pegado a la ventana cuando yo me marche, vi su cara de asombro y no se porque imagine que en ese momento estarían cayendo velas encedidas o una de esas extrañas lluvias paranormales. Cogí mi paraguas y sali sin despedirme. En la calle no habia nadie. Comencé mi regreso a casa.

lunes, 22 de diciembre de 2008

Pau

A los niños habría que darles algunas razones para que dejasen de crecer, seguramente lo harían con ganas. Aunque esto es imposible. Los adultos nos hemos inventado para la ocasión el síndrome de Peter Pan. Gran invento y grave problema para los que lo padecen, aunque alguno lo lleva con gusto. Hablando con un amigo me di cuenta que él se había quedado en los 15 años, edad en la que todos tenemos ganas de superar, para él, por su lado, parecía haber sido el período más feliz de su vida.
A mi me lleno de consternación ver que su cerebro se había quedado estancado en esa triste, y llena de hormonas en expansión, que es esa edad para cualquier persona. Había tenido dos hijos, de los cuales no se preocupaba y con los que coincidía en la cafetería del instituto, no para verlos sino por que allí se encontraba a gusto. Ellos no le saludaban, ni se acercaban a él, y según Pau, que así se llama el elemento en cuestión, al menor de 13 años no lo reconocería si no fuera por que entraba con su hermano.
Yo le pregunte si era feliz, Pau me dijo que llevaba 31 años siendo feliz, vivía con sus padres, y no acostumbraba a ir a pubs ni discotecas por que no le gustaba el juego de la gente que iba allí. Todo un héroe. Después pensé que a lo mejor los gustos de Pau se acercaban más a la pederastia que al síndrome de Peter Pan y me estremecí.
Al día siguiente me encontré con su ex-mujer, le dije mi preocupación y ella se hecho a reír, que no me preocupara, dijo, a Pau le gustan las mujeres maduras como a la mayoría de adolescentes y cada noche de sexo era como si fuera la primera vez con él. Eso era lo que más le había gustado de Pau, pero en mucha cantidad llego a ser odioso.
Hoy envidio a Pau, por vivir con la intensidad de los 15 años la totalidad de su vida adulta y por otro lado, siento verdadera pena por haberse perdido las ventajas de la vida adulta.